¿A qué temperatura muere la procesionaria del pino?

¿A qué temperatura muere la procesionaria del pino?

¿A qué temperatura muere la procesionaria del pino?

Respuesta corta: no existe una temperatura única y universal a la que “muera” toda la procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa). La mortalidad por frío depende de la fase del insecto (huevo, larva, crisálida o adulto), la duración de la exposición (minutos, horas o días), la protección del bolsón (que aísla térmicamente) y las condiciones microclimáticas del árbol (orientación, insolación, viento, humedad del aire y del suelo). Aun así, los episodios de frío intenso y sostenido en invierno pueden provocar altas mortalidades de larvas, especialmente fuera de los bolsones y en estadios tempranos.

Como técnico, la clave práctica no es buscar “una cifra mágica”, sino entender umbrales térmicos aproximados, el balance tiempo × temperatura y, sobre todo, cuándo intervenir con medidas eficientes como la endoterapia (inyección al tronco) con dispositivos específicos para coníferas (por ejemplo, el sistema orientado a pino) dentro de un plan de Manejo Integrado.


1) Claves biológicas: por qué no hay una sola temperatura letal

La procesionaria del pino posee estrategias de tolerancia al frío ligadas a su ciclo anual. En invierno, las orugas construyen bolsones sedosos en la copa, donde se refugian y regulan su exposición al ambiente. Durante las horas soleadas, el interior del bolsón puede elevar su temperatura varios grados por encima del aire exterior, lo que les permite alimentarse en ventanas de condiciones favorables y replegarse durante heladas o vientos fríos. Este “microclima” explica que heladas puntuales de -5 °C o incluso inferiores no siempre acaben con la colonia.

Además, la resistencia al frío varía por estadio larvario y por la propia historia térmica reciente del insecto (aclimatación). Las larvas en estadios tempranos suelen ser más vulnerables que las de estadios avanzados bien protegidas en bolsones maduros. Y no es lo mismo una mínima instantánea de -10 °C que mantener el termómetro varias horas por debajo de -10 °C: el segundo escenario multiplica el daño fisiológico y eleva la mortalidad.

Por tanto, más que la cifra exacta del termómetro, interesan tres conceptos:

  • Duración de la exposición: a igual temperatura, 6–8 h continuas de frío intenso matan más larvas que un pico de 30 minutos.
  • Microclima del bolsón: un nido bien orientado al sol puede amortiguar heladas moderadas; uno expuesto al viento del norte las sufre con más crudeza.
  • Estado del árbol: un pino en buen estado hídrico y nutricional soporta mejor la defoliación y favorece que la gestión integrada sea más eficaz.

2) Rangos térmicos orientativos: ¿de qué cifras hablamos?

  • Por debajo de -10 °C: si se mantiene varias horas, pueden producirse mortalidades elevadas en larvas, incluso con bolsón, sobre todo en ubicaciones ventosas y de umbría.
  • Entre -5 y -10 °C: la mortalidad depende mucho del tiempo de exposición (acumulación de horas bajo cero) y del estado del bolsón; los daños fisiológicos se acumulan si el episodio se repite varios días.
  • Heladas débiles (0 a -4 °C): por sí solas rara vez “limpian” una población establecida, aunque sí estresan a larvas en malas condiciones o en bolsones pequeños y mal orientados.

Conclusión operativa: un único amanecer frío no es garante de control. Lo determinante es una ola de frío sostenida, sin sol cálido a medio día, con acumulación de horas bajo cero y, preferentemente, mínimas absolutas por debajo de -10 °C.


3) Diferencias por fase del insecto

3.1. Huevo

Los huevos sufren sobre todo por altas temperaturas estivales y desecación; el frío invernal no es su amenaza principal, ya que la eclosión ocurre a finales de verano.

3.2. Larva

Las larvas jóvenes fuera de bolsones completos son susceptibles a heladas sostenidas. Las larvas más desarrolladas establecen bolsones robustos con efecto invernadero al sol; aún así, no son invulnerables: olas de frío intensas y prolongadas pueden causar mortalidades parciales o totales.

3.3. Crisálida

Las crisálidas soportan condiciones más estables en suelo; el frío invernal tiene poco efecto directo sobre esta fase.

3.4. Adulto

Los adultos (polillas) emergen en verano; el frío invernal no les afecta.


4) ¿Influye la orientación, la altitud y el tipo de pinar?

Sí. A mayor altitud, mayor probabilidad de heladas persistentes; las laderas norte acumulan frío, mientras que las orientaciones sur crean microclimas más templados. En pinares densos, las copas reducen el viento y moderan el descenso térmico.


5) Mitos frecuentes: lo que el frío sí y no hace

  • Mito: “Si hiela, se acaba la procesionaria.”
    Realidad: se necesita un episodio intenso y sostenido, con mínimas por debajo de -10 °C durante varias horas.
  • Mito: “Los bolsones no protegen.”
    Realidad: actúan como aislante térmico y elevan la temperatura interna.
  • Mito: “La procesionaria muere siempre a cierta temperatura.”
    Realidad: depende de la exposición, el estadio larvario y el microclima.
  • Mito: “Si hace frío, ya no hace falta tratar.”
    Realidad: las poblaciones se recuperan; el manejo integrado sigue siendo necesario.

6) Calendario anual de la procesionaria del pino

  • Julio–septiembre: vuelo de adultos y puesta de huevos.
  • Septiembre–octubre: eclosión y larvas tempranas (L1–L2).
  • Noviembre–enero: desarrollo larvario y construcción de bolsones.
  • Febrero–abril: procesión al suelo y pupación.
  • Primavera–verano: crisálida en suelo y emergencia de adultos.

7) Calendario de tratamiento recomendado

  • Verano: seguimiento con trampas de feromonas (vuelo de adultos).
  • Final de verano–otoño: control sobre larvas tempranas. Ventana óptima para endoterapia (inyección al tronco) en pinos con sistemas específicos.
  • Invierno: retirada manual de bolsones en árboles accesibles y zonas sensibles.
  • Febrero–abril: barreras y trampas en tronco para procesiones descendentes.

La endoterapia debe realizarse con temperaturas templadas (10–25 °C) y árboles hidratados, preferiblemente en primeras horas del día.


8) ¿Sirve el frío como “tratamiento”?

Solo de forma parcial. En regiones con inviernos suaves, el frío no controla la plaga; debe complementarse con manejo integrado y endoterapia programada.


9) Factores microclimáticos decisivos

  • Isla de calor urbana: reduce la frecuencia de mínimas intensas.
  • Orientación sur: bolsones más templados, menor mortalidad.
  • Viento: aumenta convección y estrés térmico.

10) Indicadores de un invierno “duro” para la procesionaria

  • Bolsones vacíos o con larvas muertas tras ola de frío.
  • Menor actividad nocturna de alimentación.
  • Retraso en las procesiones.

11) Recomendaciones prácticas

Propietarios de jardines

  • No manipular orugas sin protección.
  • Consultar retirada profesional de bolsones.
  • Valorar endoterapia si el problema es recurrente.

Ayuntamientos y técnicos

  • Monitorizar con trampas de feromonas.
  • Aplicar inyección al tronco a finales de verano–otoño.
  • Refuerzo físico: barreras en tronco y retirada de bolsones.

12) Conclusión

El frío invernal puede contribuir al control de la procesionaria, pero no la erradica por sí solo. Su eficacia depende de la intensidad y duración de las heladas. El enfoque más efectivo sigue siendo la gestión integrada, con endoterapia programada en el momento óptimo y medidas complementarias.

Para más información sobre la inyección al tronco en pinos y tratamientos específicos, consulta la sección “Ynject GO Pino” del menú principal de esta web.

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